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El Sol es el motor y el centro de nuestro sistema planetario. Es el dispensador de la luz, factor de importancia absoluta, fuente de poder vital y símbolo de la energía y del calor. Referido al microcosmos del hombre, el Sol representa el centro, el núcleo de su personalidad. EI jeroglífico del Sol es un circulo con un punto central, es decir, fuente y expansión. En otras  civilizaciones este aparece representado con una rueda en llamas que gira. Es fácil asociar el Sol del macrocosmos con nuestro Sol interior, el corazón, la distribución del calor en el propio cuerpo, la fuerza vital que desde el corazón es
transmitida
al plexo solar y de allí a todo el cuerpo.

Paracelso escribió: «Los elementos que constituyen la vida del corazón del hombre constituyen la vida del Sol. La sede del Sol en el microcosmos está en el corazón».

El dios Sol, Febo (Apolo), es el guía que cruza el cielo con un carro de fuego arrastrado por caballos alados. Esto simboliza el
fuego de la inteligencia, la consciencia iluminada.
Et Sol es (en el sentido de cualidades solares) calor, fuerte, masculino, expansivo, positivo, vital, tónico, seco, etc. En el hombre simboliza la capacidad de autonomía, la vitalidad, la resistencia física y psíquica, la capacidad de recuperación y el estímulo sexual.
Por consiguiente, las esencias regidas por el Sol serán cardíacas, tonificantes, estimulantes, regenerantes, térmicas, reguladoras de la actividad cardíaca y adecuadas para el sistema circulatorio.
Los arboles solares están asociados al símbolo intelectivo que se vuelve puro y terso.