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El término «enfloración» no existe como tal en castellano, es la traducción de la palabra francesa «enfleurage»; sin embargo, siendo muy necesaria en perfumería, hemos adoptado la que encabeza este post para no tener que acudir al léxico extranjero.

Sabemos que  no siempre es posible obtener los aceites esenciales por destilación; la alteración de las mismas o bien el poco rendimiento son las principales causas que impiden acudir al procedimiento mencionado.
Es bien conocido el poder que tienen las grasas de absorber el perfume de las flores. Pues, bien, en esta propiedad precisamente se basa el proceso de la enfloración.

En la industria se han seguido hasta ahora dos procedimientos distintos: la maceración, consistente en la inmersión de las flores (rosas, azahar, etc.), en la grasa  fundida al baño maría y separación de ésta una vez perfumada mediante presión. En este caso la grasa  obra como disolvente líquido a diferencia del otro sistema, la enfloración, que consiste en disponer las flores (tuberosa, jazmín. etc.) en telares cubiertos de grasa colocando estos telares uno encima de otro y en un espacio cerrado, la grasa fija el perfume de las flores a medida que éstas van secándose. La operación se repite hasta alcanzar la concentración debida en perfume.
Hay algunas flores en las que la totalidad del aroma se encuentra formado y, por lo tanto, su extracción puede hacerse directamente, ya por destilación, con vapor de agua, infusión en las grasas, agotamiento con disolventes apropiados, éter sulfúrico, éter de petróleo, etcétera;
pero existen otras, en las cuales no se encuentra formada la totalidad del perfume, sino que por el contrario, éste se produce durante la vida del vegetal, y en tal caso, las grasas sólo absorben el aroma que se desarrolla mientras vive la flor después de su recolección.

Estas consideraciones llevaron a  Jacques Passy a idear un procedimiento que permitiese la extracción durante la vida de la flor y a medida que el perfume se produjese.
La solución del problema abordado por Passy, consiste en hallar un ambiente, distinto del aire, en el que la actividad vital de las flores siguiese su curso normal, pero que al mismo tiempo absorbiese el perfume por difusión. Passy creía que el agua llena tales condiciones y propone sumergir en ella las flores y renovarla a medida que vaya enriqueciéndose en perfume. Para prolongar durante más tiempo la vida ·del vegetal, sustituye el agua por soluciones salinas, poseyendo el mismo poder osmótico que los líquidos acuosos que impregnan los tejidos de la planta. Tratando después el líquido obtenido con éter se aisla la esencia con facilidad.
Passy obtuvo excelentes resultados empleando el sistema descrito para algunas flores, cuyo perfume todavía no había podido obtenerse, especialmente con el muguet (variedad de lirio).

MACERACIÓN

La enfloración hecha con grasas fundidas, esto es, en caliente, se conoce con el nombre de maceración.
A principios del S.XX se fundían al baño maría  en un recipiente de cobre o de porcelana, manteca de cerdo y grasa de riñones de ternera purificada y se añadían las flores a la masa fundida y empastada.
Se mantenía  la maceración entre 12 y 48 horas, pasadas las cuales se sacaban las flores agotadas y se introducían otras nuevas, operación que se repitía el número de veces necesario para lograr una concentración suficiente.
No obstante se observó que el el aceite de oliva de superior calidad primero y grasas purificadas (parafina o vaselina) después producían idénticos resultados. Este procedimiento está indicado preferentemente para las flores de azahar, rosa y acacia.

ABSORCIÓN o ENFLORACIÓN EN FRÍO

La absorción o enfloración en frío, es el más importante de los procedimientos de extracción de los perfumes. Este, es aplicable a todas las esencias y ·el único que puede dar buenos resultados en aquellos casos en lo cuales el perfume es muy delicado y podría alterarse por la acción del calor.
Con este procedimiento, no sólo se obtienen óptimas esencias, sino que también pomadas exquisitas y aceites delicados.
Se funde la grasa bien depurada a fuego directo, añadiendo por cada 100 kilos de la misma de 6 a 8 litros de agua de rosas y 30 gr. de benjui en polvo fino. Se añade a la fórmula un poco de benjuí, porque se ha podido comprobar que su presencia impide el enranciamiento de las grasas o por lo menos lo dificulta mucho.  Algunos artesanos emplean una manteca especial, obtenida fácilmente calentando la grasa por breves momentos con brotes de álamo, los cuales le comunican  un olor agradable, al mismo tiempo que impiden su enranciamiento.
La enfloración tiene lugar en telares apropósito  de 1 decímetro de profundidad, por 1,65 m. de largo. Sobre el fondo, que es de vidrio, se extiende una capa de grasa de unos 7 mm. de espesor; encima de la misma se distribuyen las flores, pétalos, hojas, etc., de la cuales deba beneficiarse el aroma. La duración del contacto, varía según el perfume, entre 12 y 70 horas.
Las flores se renuevan cuando ya han sido agotadas.

Si la enfloración en vez de con grasa se hace con aceites, el sistema varía ligreramente. Se empapan con aceite de oliva de primera calidad,  telas de algodón groseras y se extienden sobre bastidores con fondo de tela metálica,  o de vidrio.
Se extienden las flores y se remueven como de costumbre; por fin las telas se someten a fuerte presión para extraer de ellas el aceite perfumado.

Actualmente la enfloración se hace con parafina o vaselina, debido a que las grasas animales o vegetales casi siempre alteran los perfumes obtenidos. Con el objeto de solventar tal inconveniente, se  ha recurrido a la parafina, cuerpo perfectamente neutro y dotado de las mismas propiedades absorventes que los cuerpos grasos animales y vegetales.
La parafina posee la ventaja de no alterar los aromas, es sólida hasta los 50º 60º C  y proporciona productos inalterables bajo todas las latitudes.
El procedimiento es similar: las flores se colocan en los platos de un filtro prensa, mantenido a 50º por circulación de agua caliente. Se hace pasar la vaselina fundida, a una temperatura de 60º, resultado que se logra calentándola en un recipiente cerrado y por medio de un serpentín de vapor.
Para separar el perfume de la grasa que lo fija basta tratarlo con un disolvente apropiado, el alcohol por ejemplo, cuyo líquido disolverá la parte aromática y además una especie de cera contenida en las flores ( es- tearositeno ); ésta se separa por fuerte enfriamiento, en forma de una masa sólida. En los casos en que no sea perjudicial la acción del calor, la esencia se separa por simple destilación.